Capítulo 1: Valor y plusvalía
En valor y plusvalía el autor se propone explicar brevemente los principales elementos de la actitud de Marx ante la economía política.
Una de las ideas más importantes a este respecto es la de la abstracción. Esta consiste en sucesivas aproximaciones para que sea posible avanzar de lo más abstracto a lo más concreto de una manera mucho más fácil y exhaustiva. Pero supone el problema de su aplicación y en qué temas hacerla y en cuáles no. Para ello será necesario llegar a lo esencial del campo a estudiar y formular hipótesis sobre ello que luego han de contrastarse de forma empírica.
A Marx le interesaba el proceso de cambio social, y se decidió a estudiarlo mediante su método de abstracción centrándose en la economía política. De este modo llegó a la conclusión de que las fuerzas económicas se manifiestan a través de las luchas de clase, y son estas las que muestran los conflictos entre modelos económicos, es decir el modo de producción estaba determinado por la relación entre obreros y dueños de los medios de producción. Supone que todo tipo de relación es provisionalmente alejada y los individuos solo son personificaciones de las categorías económicas y los intereses de clase.
Estableció que la relación entre capital y trabajo es una relación de cambio donde el capitalista compra la fuerza de trabajo y los obreros a cambio reciben el dinero necesario para su sustento. De esto se deduce que existen unas mercancías que son las que propician el cambio y un flujo monetario que es digno de analizarse.
En los primeros capítulos de su libro “el Capital” mantiene unos niveles altos de abstracción que se van reduciendo progresivamente a medida que se toman en cuenta nuevos aspectos de la realidad.
El carácter histórico del pensamiento de Marx.
El método de Marx es histórico, para él, el proceso de cambio es un juego de relaciones determinado. La realidad social es el proceso histórico que está en continuo movimiento, que es producto a su vez de la acción humana que no construye la historia a su gusto sino que está limitada por las condiciones y circunstancias dadas por el pasado.
Desde su punto de vista, considera que el capitalismo se está haciendo inherente a la sociedad y esta se ve privada de poder criticar al sistema con objetividad al estar inmersos en él. Sin embargo considera que con el marxismo se puede permanecer en una perspectiva fuera del sistema para ser capaz de criticarlo en su conjunto.
Capítulo 2: el problema del valor cualitativo.
Como se decía anteriormente, para Marx, la mercancía es todo lo que se produce para el cambio, de este modo el estudio de las mercancías es el estudio de la relación económica del cambio y se empieza por analizar la producción simple de mercancías.
En el caso de Adam Smith, el cambio se liga a la división del trabajo, que es el origen de todo aumento en la productividad. Pero es incapaz de concebir la división del trabajo independientemente del cambio. Marx sin embargo no cree que estas dos cosas sean tan inseparables. Marx dice que el cambio no tiene por qué ser la manifestación directa de la naturaleza humana, sino que es una de las formas. Así se da importancia al valor cualitativo haciendo una crítica al economista que considera que las tareas son puramente cuantitativas al considerar el tema de las mercancías.
Valor de uso
Según Marx toda mercancía tiene un doble aspecto, un valor de uso y uno de cambio. El valor de uso expresa la relación entre el consumidor y el objeto consumido. Marx excluye el valor de uso porque no da cuerpo a una relación social, pero no significa que el valor de uso no deba jugar ningún papel en la economía política, es un prerrequisito del consumo.
Valor de cambio
El valor de cambio es una relación cuantitativa entre las cosas (mercancías). La relación de cambio es una expresión del hecho de que los productores individuales trabajando aisladamente trabajan en realidad los unos para los otros. El trabajo es social. Las mercancías son productos del trabajo humano. Una mercancía es un simple valor, el valor de cambio solo se aplica cuando las mercancías están presentes en plural. El trabajo que produce esas mercancías es la sustancia del valor.
Trabajo y valor
El trabajo tiene dos aspectos, uno correspondiente al valor de uso y el otro al valor de la mercancía que produce. A la mercancía como valor de uso le corresponde el trabajo como trabajo útil, pero no es la única fuente del valor de uso (si se quita el carácter útil del trabajo poco queda).
Trabajo abstracto
Marx considera importante el trabajo abstracto representado en el valor de las mercancías. El trabajo abstracto, en general, es lo común a toda actividad humana productiva.
La reducción de todo trabajo a trabajo abstracto permite ver una suma de fuerza de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social cuyo desarrollo depende de la capacidad productora de riqueza de la sociedad. La producción capitalista lleva la movilidad del trabajo a un grado muy superior comparado con las formas anteriores de la sociedad.
El trabajo abstracto es la sustancia del valor. Y la mercancía es la categoría central de la economía política en los tiempos modernos.
El carácter fetichista de las mercancías.
Bajo las formas de organización social se han descubierto la sustancia de las relaciones sociales. En la producción de mercancías la relación entre los hombres adopta la forma de relación entre las cosas. La materialización de las relaciones sociales es en lo que se basa la doctrina del fetichismo.
Cuando la producción de mercancías adquiere un desarrollo tan alto y una difusión como para dominar la vida de la sociedad el fenómeno de la materialización de las relaciones sociales es decisivo (ocurre en el capitalismo avanzado). El proceso de producción tiene dominio sobre el hombre en lugar de ser al revés.
La economía de producción de mercancías oculta el verdadero carácter de clase social. Los propietarios de la mercancía están en estado de igualdad mientras que los obreros que trabajan para ellos no advierten que están obligados a trabajar en unas condiciones dictadas por los que monopolizan los medios. Pero el mundo de las mercancías parece un mundo de iguales, porque se da algo a cambio de algo, pero según Marx no es tan equilibrado.
Capítulo III: el problema del valor cuantitativo
1.-El primer paso.
En cualquier sociedad, es esencial que el trabajo se aplique a la producción y que esta producción sea distribuida entre los miembros de la sociedad. Lo que cambia en el curso de la historia es el modo de organizar y llevar a cabo estas actividades de producción y distribución: el valor de cambio. Este valor de cambio es un aspecto de las leyes que gobiernan la asignación de la actividad productiva en una sociedad productora de mercancías. Las mercancías se cambian unas por otras en el mercado en ciertas proporciones precisas. Absorben también cierta cantidad precisa de la fuerza de trabajo total disponible en la sociedad.
Marx supone que existe una correspondencia exacta entre las proporciones de cambio y las proporciones del tiempo de trabajo. Hay que introducir dos calificaciones obvias:
a) en la determinación del valor no debe tomarse en cuenta más trabajo que el socialmente necesario en las condiciones sociales existentes (no porque holgazanee más y tarde más, el valor de mi producto será mayor). Aquí sólo se toma en cuenta la cantidad de trabajo y no el uso del producto.
b) El trabajo más calificado que el trabajo medio debe tener, correlativamente, una mayor capacidad de producir valor. El trabajo calificado cuenta como trabajo simple multiplicado en los valores relativos de las mercancías que producen en una hora. Esto no significa que la relación entre dos tipos de trabajo sea determinada por los valores relativos de sus productos. La relación entre los dos tipos de trabajo es teóricamente susceptible de medición independiente de los valores de mercado de sus productos.
Existen dos posibilidades:
1.- El trabajador calificado es más proficiente por una habilidad natural superior: se supone que la habilidad del más diestro se manifiesta en cualquier línea de producción. A fin de establecer una relación cuantitativa de equivalencia, sólo es necesario colocar al más diestro y al otro en la misma línea de producción, donde su efectividad relativa puede ser medida fácilmente en términos físicos.
2.- El trabajador calificado es más proficiente por un entrenamiento superior: aquí el obrero no sólo emplea su propio trabajo, sino la parte de sus maestros a quienes debe su mayor calificación. Si la vida productiva del obrero es de 100 horas, y si en su entrenamiento entró el equivalente de 50 horas de trabajo simple, entonces cada hora de su trabajo contará por hora y media de trabajo simple. En la práctica, estos dos casos se pueden mezclar, pero se solucionan con los dos métodos antes mencionados. La influencia ejercida por la habilidad y el entrenamiento, sólo se hace sentir lentamente y con frecuencia en formas no evidentes. Las diferentes proporciones en que distintas clases de trabajo se reducen a trabajo no calificado, son establecidas por un proceso que tiene lugar a espaldas de los productores y parecen ser fijadas por la costumbre.
Habiendo demostrado la viabilidad teórica de reducir el trabajo calificado a trabajo simple, tomaremos cualquier clase de trabajo como trabajo simple. El ignorar las diferencias entre trabajo simple y calificado, no quiere decir que sea pertinente hacerlo en todos los casos.
2.- El papel de la competencia.
Veamos bajo qué condiciones las proporciones del cambio corresponderían exactamente a las proporciones del tiempo de trabajo. Si unos cazadores tardan dos horas en atrapar un castor y una hora en atrapar un ciervo, el valor de un castor es de dos ciervos y viceversa. Para obtener este resultado, son necesarias dos suposiciones: que los cazadores están preparados para dejar libremente la caza del ciervo por la del castor, y que los cazadores deben tener el deseo y la posibilidad de competir libremente por cualesquiera ventajas que puedan presentar en el curso del cambio, transfiriendo su trabajo de una línea de producción a otra.
Así, en una sociedad de producción simple de mercancías, la oferta y la demanda estarán equilibradas sólo cuando el precio de cada mercancía sea proporcional al tiempo de trabajo requerido para producirla y cuando se pueda trabajar libremente. Por tanto, la determinación de los precios por la oferta y la demanda forma parte integrante de la teoría basada en el trabajo.
3.- El papel de la demanda.
Si se desea conocer tanto la proporción del cambio como la distribución del trabajo, es necesario contar con dos clases de información: en primer lugar, la información sobre el costo relativo en trabajo; y en segundo lugar, la información sobre la intensidad relativa de la demanda de uno y de otro. Dados estos dos datos, es posible determinar lo que puede llamarse el equilibrio económico general de la sociedad en cuestión. Se llama así porque no sólo se establece el valor relativo de los productos, sino también se establecen las cantidades y la fuerza del trabajo de la sociedad.
Cuando se piensa en las tareas de la teoría del valor cuantitativo en este sentido amplio, no se puede prescindir de la idea de demanda y Marx nunca lo hizo: “la necesidad social que es el valor de uso en escala social aparece aquí como factor determinante de la cantidad de trabajo social que debe suministrarse en las diferentes esferas particulares”. A pesar de que Marx sí se refirió a la demanda, es cierto que lo hizo de manera breve, pero esto fue debido a dos factores:
a) bajo el capitalismo, la demanda efectiva es sólo parcialmente una cuestión relativa a las necesidades de los consumidores. Más importante es la cuestión básica de la distribución del ingreso, que a su vez es un reflejo de las relaciones de producción (estructura de clase de la sociedad). La demanda en el mundo capitalista, para Marx, difiere de la demanda real. Si se acepta la proposición de que la demanda del mercado está dominada por la distribución del ingreso, parecería que no podemos escapar a la conclusión de que los problemas del valor deben ser abordados por la vía de las relaciones de producción y no por su demanda.
b) todo lo que es en sí mismo relativamente estable y sólo reacciona a los cambios que se producen en cualquier otra entidad, no sólo puede sino que debe recibir un puesto secundario en el plan analítico.
Marx pensaba que las necesidades de los consumidores entran en la categoría de elementos reactivos de la vida social. Las necesidades, en la medida en que no surgen de requerimientos biológicos y físicos mentales, son un reflejo del desarrollo técnico y organizacional de la sociedad, y no viceversa.
4.- “La ley del valor” vs. “Principio de planeación”
La ley del valor de la que hablaba Marx, resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías que regula:
-las proporciones del cambio de mercancías
- la cantidad producida de cada una
- la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción.
Una condición básica es la existencia de productores privados que satisfagan sus necesidades por el cambio entre ellos. Las fuerzas actuantes incluyen la productividad del trabajo en las diferentes ramas de producción y las fuerzas equilibradoras de la oferta y la demanda concurrentes en el mercado. Una de las principales funciones de la ley del valor es la de aclarar que en una sociedad productora de mercancías, a pesar de que las decisiones no se toman de un modo centralizado, existe el orden y no el caos. En la medida en que la asignación de la actividad productiva es sometida a un control consciente, la ley del valor pierde su pertinencia y su importancia. El principio de la planeación la sustituye.
5.- El valor y el precio de la producción.
El precio es tan sólo la expresión monetaria del valor. Los precios de producción son modificaciones de los valores. Los precios de producción se derivan de los valores de acuerdo con ciertas reglas generales. Las desviaciones no son arbitrarias ni carecen de explicación.
6.- Precio de monopolio.
La introducción de elementos de monopolio en la economía dificulta el funcionamiento de la ley del valor como reguladora de las relaciones cuantitativas de producción y de cambio. El precio del monopolio es un precio determinado sólo por el anhelo de adquirir de los compradores y por su solvencia, independientemente del precio, que es determinado por el precio de producción general y por el valor del producto. Aquí la demanda adquiere una significación especial y tanto el precio como la cantidad producida son diferentes de lo que serían en un régimen de competencia. Las discrepancias entre el precio de monopolio y el valor no están sometidas a ninguna de las leyes generales. Las relaciones del valor cuantitativo son perturbadas por el monopolio. Las relaciones de valor cualitativo no. No se alteran las relaciones sociales básicas de la producción. Podemos seguir, incluso en el monopolio, comparando mercancías y conjuntos de mercancías en términos de unidades de tiempo de trabajo, a pesar del hecho de que las relaciones cuantitativas precisas implicadas en la ley del valor han dejado de ser válidas. El tiempo de trabajo socialmente necesario es el que se requiere para producir un artículo en las condiciones normales de la producción y con el grado medio de habilidad e intensidad comunes en un momento dado.
Capítulo IV: Plusvalía y capitalismo
En este capítulo, el autor comenzará explicando el concepto de capitalismo y todo aquello que le es necesario para que pueda llevarse a cabo, el desarrollo de la producción de mercancías.
Es importante señalar la distinción entre producción de mercancías y capitalismo, puesto que, aunque el capitalismo se base esencialmente en ello, no toda la producción de mercancías implica necesariamente el capitalismo. La diferencia principal del capitalismo se basa en la compra y venta de la fuerza de trabajo, basándose por ello en continuas relaciones de cambio, como bien expuso Marx, se trata de una nueva época en el proceso de producción social. Y es que, en el capitalismo tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo son mercancías, por lo que poseen valor de cambio.
A lo largo de la historia se han producido diversos cambios ya que la producción simple de mercancías consistía en cambiar mercancía por dinero y este a su vez por nuevas mercancías que satisfacían las necesidades nuevamente generadas (M-D-M); sin embargo, en el capitalismo se cambia dinero por mercancía y esta a su vez por dinero (D-M-D), el dinero es el principio y el fin.
Pero hay que señalar que el valor del primer dinero es totalmente distinto al obtenido tras la venta de la mercancía, por lo que hay que diferenciarlos. Al primer “dinero” se le denomina D y al segundo D´, siendo ésta última D´ de mayor valor que la primera, pues el objetivo de dicho cambio es la obtención de una continua acumulación (de riqueza). A esta diferencia es lo que Marx llama plusvalía.
Sin embargo, algunos economistas ortodoxos mantiene que, la adquisición de plusvalía como incentivo de la producción proviene de una característica innata de la naturaleza humana, el llamado “móvil de la ganancia”, siendo no el sistema capitalista, si no el ser humano el que, con continuas ansias de poder, ha fomentado el concepto y desarrollo de “plusvalía”.
Para conocer el origen de la plusvalía, según Marx, es necesario analizar el valor de la mercancía fuerza de trabajo, siendo ésta el trabajo mismo. El capitalista compra la fuerza del trabajo del obrero, es decir, al obrero mismo, quien durante un periodo de horas laborales acordado previamente, recibirá un salario (suma correspondiente al valor de los medios de subsistencia del obrero), a cambio de realizar el trabajo que le sea impuesto.
Dichas horas laborales, traducidas en la jornada de trabajo del obrero, puede dividirse en dos partes; el trabajo necesario y el trabajo excedente. El trabajo necesario es aquel que el obrero intercambia para compensar sus medios de subsistencia, es decir, es el que obtiene el obrero a modo de salario; mientras que el trabajo excedente es aquel que se da una vez cumplido el trabajo necesario, convirtiéndose en plusvalía, y siendo un beneficio perteneciente al capitalista.
En cuanto al valor total de cualquier mercancía, este está compuesto por tres partes; el capital constante (c) que es aquel que no cambia, representando el valor de la maquinaria y de los materiales utilizados; el capital variable (v) que es aquel que cambia, dependiendo del valor de la fuerza de trabajo; y por último la plusvalía (p), obteniendo con todo ello, como ya hemos dicho, el valor total de una mercancía. Este valor total equivale a las entradas brutas por ventas, el capital constante al desembolso en materiales más depreciación, el capital variable al desembolso en sueldos y salarios, y la plusvalía al ingreso disponible, tras todas estas operaciones, para su distribución como interés y dividendos o para su reinversión en el negocio.
La tasa de plusvalía (p´) es la porción de la plusvalía (p) con respecto al capital variable (v). Según Marx esta tasa es sólo propia de las sociedades capitalistas.
La tasa de explotación es la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Esta tasa, en cambio, es propia de cualquier sociedad.
La magnitud de la tasa de plusvalía está determinada por tres factores: la duración de la jornada de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real y la productividad del trabajo.
En cuanto a la plusvalía hay que distinguir dos tipos: la plusvalía absoluta, aquella que se obtiene de aumentar las horas de trabajo del obrero y la plusvalía relativa, que es aquella que se puede obtener por dos vías, o bien disminuyendo el salario del obrero o bien haciéndole aumentar su productividad.
Lo que Marx llama composición orgánica de capital se deriva de la fórmula del valor total. La composición orgánica de capital (o) es la proporción del capital con respecto al capital total. Aquí, el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso productivo.
El punto seis del capítulo trata sobre la tasa de ganancia (g), es decir, la proporción de la plusvalía (p) con respecto al desembolso total de capital (c+v). Para explicar mejor la teoría, Marx supone que todo capital tiene un idéntico período de rotación de un año, ya que en la práctica el total de inversión no es generalmente igual que el capital empleado durante un año, ya que el tiempo de rotación de los distintos elementos de la inversión total varía de forma notable.
También se supone que la tasa de ganancia es igual tanto en las industrias como en las empresas. Si tanto las tasas de plusvalía como las tasas de ganancia son iguales en todas partes, se entiende entonces que, si el cambio de mercancías debe realizarse de acuerdo con la ley del valor, la composición orgánica del capital debe ser igual en todas partes.
Capítulo V: La acumulación y el ejército de reserva.
El principio del capítulo explica lo que es la reproducción simple.
Este concepto parte de la idea de un consumo o inversión del total de las ganancias por parte de los agentes del capitalismo. Con esto se garantizaría una inmutabilidad en las escalas sociales del sistema. Esto es algo “imposible” ya que el fin mismo del capitalista no es el valor de uso sino la acumulación del capital mismo. El capital ganado gracias a la plusvalía es invertido para ganar más capital, aumentando la anterior plusvalía, y es en este punto donde comienza el proceso de acumulación.
Una de las consecuencias de todo esto reside en el valor de la fuerza de trabajo. Partiendo de que la acumulación necesita de una demanda constante de fuerza de trabajo, deberíamos suponer una subida de los salarios de los trabajadores, pues esta premisa básica en la teoría clásica no se da en ninguna sociedad, y es aquí donde se centra el principal problema derivado de la acumulación capitalista.
El error reside en el tratamiento de la fuerza de trabajo como una mercancía ordinaria. No existe ninguna producción de fuerza de trabajo, por lo que nadie puede comerciar con ella de acuerdo con las leyes de la oferta y la demanda. El trabajo posee el precio natural y el precio de mercado. El primero es el necesario para que un trabajador pueda subsistir y perpetuar su raza, ni más ni menos, y lo realmente preocupante es que el precio con respecto al mercado según la oferta y demanda tiene una tendencia continua al ajuste con el precio natural.
Esta tendencia la explica con la teoría del ejército de reserva del trabajo:
El porqué de la detención de los salarios en el precio natural se debe a una masa de obreros desempleados que ejerce una presión constante hacia abajo en el nivel del salario. Este ejército de reserva se nutre de aquellos trabajadores que han sido sustituidos por la maquinaria gracias al continuo afán de reducción de costes por parte de los capitalistas. Aunque se podría suponer que tal acumulación de capital también representa la creación de nuevos mercados e industrias que necesitarían de empleados, por lo que el ejército de reserva estaría en continuo descenso e incluso llegaría a vaciarse por lo que los salarios comenzarían a subir. Aquí es donde Marx alude a la industrialización y a las crisis y depresiones como un mecanismo capitalista para aumentar el ejército de reserva en el caso de que ésta se redujera a niveles peligrosos para el nivel salarial. Por todo esto se dice que una crisis capitalista sería inconcebible ya que la prosperidad de la industria es a expensas del ejército de reserva y, en el caso de que se diera una depresión, el ejército de reserva aumentaría por lo que la presión sobre los salarios generaría ganancias, por lo que es un sistema donde el capitalista no puede estar en crisis.
Con esta teoría Marx no sólo invalida la ley de la población y la de los rendimientos decrecientes, sino que demuestra que la creencia en que el capitalismo desemboca en un estado de reposo se torna en un proceso de revolución continua.
Capítulo VI: La tendencia descendente de la tasa de la ganancia.
Paul M. Sweezy presenta en este capítulo la Ley de la tendencia descendente de la tasa de la ganancia que formuló Marx.
La formulación de la ley por Marx.
La acumulación del capital va acompañada por una mecanización progresiva del proceso de producción. La misma cantidad de trabajo, con un equipo más perfeccionado y eficiente, puede rendir más y generar un aumento de los beneficios. Esto quiere decir que la productividad del trabajo crece de forma continuada. Y es que, para Marx, la tasa de ganancia es la fuerza impulsora de la producción capitalista. O dicho de otra forma, la composición orgánica del capital crece también sostenidamente. De ahí derivó Marx su “Ley de la tendencia descendente de la tasa de la ganancia”.
De este modo, si la tasa de la plusvalía es constante, la tasa de ganancia varía en sentido inverso a la composición orgánica del capital. Pero esto puede ser una mera tendencia, puesto que los cambios son imprevisibles y pueden balancear o modificar los efectos sobre los mismos.
Existirán ciertos obstáculos internos opuestos al desarrollo de la producción capitalista, como expuso Marx, una composición orgánica ascendente del capital expresa la creciente productividad del trabajo; y la tasa descendente de la ganancia que la acompaña tiene que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista.
Las causas contrarrestantes.
Marx se centra en cinco de las seis causas que contrarrestan y anulan la “Ley general de la tasa descendente de la ganancia” (quedando está en una mera tendencia):
1ª. Abaratamiento de los Elementos del Capital Constante. El uso creciente de maquinaria, eleva la productividad de trabajo, lo que disminuye el valor por unidad del capital constante.
2ª. Aumento de la Intensidad de Explotación. Se trata de producir más en menos tiempo, sin afectar la cantidad de trabajo necesario, a través de los mecanismos de acelerar y estirar la jornada, lo cual eleva la tasa de ganancia.
3ª. Depresión de los salarios más abajo de su valor. Esto está determinado más por el mercado que por la voluntad de los capitalistas.
4ª. Sobrepoblación relativa o “ejército de reserva”. La existencia de trabajadores desocupados conduce a la creación de nuevas industrias con una composición orgánica del capital relativamente baja y una tasa de ganancia relativamente alta.
5ª. Comercio exterior. Abarata la adquisición de materias primas y artículos necesarios, frente a la producción nacional.
Una crítica de la ley.
Como se ha expuesto, las fuerzas actuantes sobre la tasa de ganancia puede resolverse mediante una fórmula, la cual contiene dos variables, por un lado la propia tasa de ganancia, y por otro, la composición orgánica del capital. Hay que tener en cuenta que una composición orgánica ascendente del capital va de la mano con la creciente productividad del trabajo. Y la productividad ascendente tiende a llevar consigo una tasa más alta de la plusvalía. Un ascenso en la composición orgánica del capital significa necesariamente un aumento de la productividad del trabajo.
De tal modo concluimos que una productividad creciente del trabajo va ligada a un abaratamiento del trabajador y por consiguiente una tasa más alta de plusvalía, inclusive cuando los salarios reales se elevan, ya que estos nunca suben proporcionalmente a la fuerza de trabajo productiva. Un ascenso en la composición orgánica del capital significa necesariamente un aumento en la productividad del trabajo. De este modo, Marx expone que una más alta productividad va invariablemente acompañada por una tasa más alta de la plusvalía, y es que, el proceso capitalista de producción es esencialmente un proceso de acumulación. De esto se deduce la tendencia persistente de la tasa de ganancia a descender. Pero los capitalistas, a través de distintos medios, como la innovación tecnológica o los procesos globalizadores, procuran mantener la tasa de ganancia anterior, e incluso, elevarla. El aumento de la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de plusvalía y a acrecentar el volumen de plusvalía.
Sin embargo, no hay ninguna suposición general de que los cambios en la composición orgánica del capital sean relativamente tan superiores a los cambios en la tasa de la plusvalía y que los primeros dominarán los movimientos en la tasa de la ganancia. Por esta razón, la formulación de la ley de la tendencia descendente de la ganancia formulada por Marx no es muy convincente, y así lo deja expuesto el autor de la obra a la que nos venimos refiriendo, considerándolo como un hecho insostenible. Esto no quiere decir que no exista una tendencia de la tasa de la ganancia a descender como un rasgo básico del capitalismo, como ya apuntaban otros autores clásicos además de Marx. Una cosa parece segura, y es que el aumento de la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la plusvalía, y así, a acrecentar el volumen de la plusvalía mas allá de lo que este hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del capital.
Es importante destacar también la existencia de otras fuerzas, además de las mencionadas hasta ahora, que son significativas a este respecto. Tales fuerzas pueden ser clasificadas en aquellas que tienden a deprimir la tasa de la ganancia y aquellas que tienden a elevarla.
Fuerzas que tienden a deprimir la tasa de la ganancia:
- Los sindicatos. Los trabajadores en reserva son el principal obstáculo para los trabajadores que quieren beneficiarse del desarrollo industrial, por eso se organizan en sindicatos.
- La acción del estado en beneficio de los trabajadores. Leyes que benefician a los trabajadores, e igualmente a los sindicatos ayudan a la depresión de la tasa de la ganancia.
Fuerzas tendientes a elevar la tasa de la ganancia:
- Organizaciones patronales. Actúan para mejorar la posición contractual del capital frente al trabajo, ejerciendo una influencia ascendente en la tasa de la ganancia.
- Exportación del capital. Sirve para mitigar la presión sobre el mercado de trabajo doméstico e impide la depresión sobre la tasa de la ganancia.
- Formación de monopolios. Los capitalistas lo crean para aumentar su tasa de ganancia
- Acción del estado en beneficio del capital. Tienen el efecto de elevar la tasa de la ganancia general.
Capítulo VIII: La naturaleza de las crisis capitalistas.
Las crisis son fenómenos extraordinariamente complicados. Para Marx, “La crisis real puede explicarse sólo por el movimiento real de la producción capitalista de la competencia y el crédito”.
1. La producción simple de mercancías y las crisis.
Una moneda o medio de circulación bien aceptado y más o menos estable es un rasgo necesario de una sociedad que ha avanzado más allá de la etapa del trueque ocasional. Así, la función y el propósito del dinero es dividir el acto del cambio en dos partes que, por la naturaleza misma del caso, pueden estar separadas en el tiempo y en el espacio. El uso de la moneda le permite al productor poder vender su producto cuando está terminado y comprar a su satisfacción lo que le hace falta. De este modo se ahorra mucho tiempo y resulta posible la verdadera especialización que es la base de la productividad incrementada. La organización de la producción por medio del cambio privado lleva consigo la posibilidad de una crisis, de una interrupción en el proceso de la circulación, que está condicionado por la separación de la compra y venta. Puede extenderse desde su punto de origen hasta afectar a toda la economía, apareciendo la crisis con existencias de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas. Cada productor ha producido más de lo que puede vender y sería una crisis de superproducción.
Las crisis son posibles pero más bien improbables, o accidentales, bajo la producción simple de mercancías.
2. La ley de Say.
Los economistas clásicos no son capaces de distinguir entre producción simple de mercancías y producción capitalista. Aparece la “Ley de los mercados de Say”. Ésta sostiene que una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad, es decir, que no puede interrumpirse la cadena M-D-M y por lo tanto no puede haber crisis ni sobreproducción. La tesis correcta de que las crisis y la sobreproducción son improbables bajo la producción simple de mercancías se convierte en la tesis falsa de que las crisis y la sobreproducción son imposibles en cualquier circunstancia. Marx ridiculizó el razonamiento. No está uno obligado a comprar sólo porque ha vendido. El dinero es algo más. Es el medio por el cual el cambio se divide en dos transacciones separas y distintas, la venta y la compra. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y sobreproducción.
3. El capitalismo y las crisis.
La forma de circulación M-D-M cambia en el sistema capitalista a D-M-D. El capitalista inicia su carrera con dinero, lanza éste a la circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción y finalmente, después de cumplido un proceso de de producción, reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero. El capitalista devuelve constantemente el dinero a la circulación. El capitalismo es producción para obtener ganancia y es esto lo que explica el porqué el capitalismo es peculiarmente susceptible a las crisis y a la sobreproducción.
La pasión inextinguible de lucro guiará siempre al capitalista. Ahora bien, en lo que concierne a la posibilidad de la crisis no hay diferencia entre la producción simple de mercancías y el capitalismo. Cualquier interrupción en el proceso de circulación puede iniciar la sobreproducción. La forma específica de la crisis capitalista es una interrupción del proceso de la circulación provocada por un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario.
4. Los dos tipos de crisis.
La ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancias es apropiada a la acumulación de capital y lleva consigo una tendencia de la tasa de la ganancia a descender. Si abandonamos la suposición de que todas las mercancías se venden en sus valores de equilibrio, aparece otra posible causa de descenso de lucratividad. El punto es obvio cuando el precio de mercado cae por debajo del valor y la ganancia se reduce o desaparece. Si esto ocurre en un número suficiente, se produciría la crisis de realización. Es importante advertir de la diferencia entre las crisis relacionadas con tendencia descendente de la tasa de la ganancia y la crisis de realización. El punto de partida de la crisis es en ambos casos un descenso de la tasa de ganancia.
**Nota: el resumen del libro se hizo entre Gema Duque, Débora de la Esperanza, Cristy Ballesteros y yo misma.
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