jueves, 4 de noviembre de 2010

La importancia (o no) de la estética (Actualidad III)

"Las costumbres, las modas se aplican a menudo a apartar el cuerpo femenino de su trascendencia: la china de los pies vendados apenas puede caminar, las garras pintadas de la estrella de Hollywood la privan de sus manos, los tacones altos, los corsés, los miriñaques [...] no estaban destinados a hacer el cuerpo más esbelto como a aumentar su impotencia.

Cargada de grasa, o por el contrario tan diáfana que le está vedado cualquier esfuerzo, paralizada por ropas incómodas y por los ritos del decoro, se le presenta al hombre como su cosa. El maquillaje, las joyas, también sirven para petrificar el cuerpo y el rostro.
La función de los adornos es muy compleja; tiene entre los primitivos un carácter sagrado, pero su contenido más habitual es perfeccionar la metamorfosis de la mujer en ídolo. Ídolo equivoco: el hombre la desea carnal, su belleza participará de la de las flores y los frutos pero también debe ser lisa, dura, eterna como un guijarro.
La función del adorno es hacerla participar más íntimamente de la naturaleza y a un tiempo arrancarla de ella, es prestar la vida palpitante la necesidad estática del artificio. La mujer se convierte en planta, pantera, diamante, nácar mezclando su cuerpo con flores, pieles, pedrerías, conchas, plumas; se perfuma para exhalar un aroma como la rosa o el lirio: pero plumas, sedas, perlas y perfumes sirven también para enmascarar la crudeza animal de su carne, de su olor. Se pinta la boca, las mejillas para darles la solidez inmóvil de una máscara; su mirada queda atrapada entre las capas de kohol y de rimmel, solo es el adorno acariciador de sus ojos; trenzados, rizados, esculpidos, sus cabellos pierden el inquietante misterio vegetal (Beauvoir, 1949b:247)"

Ayer mismo leí este fragmento mientras revisaba documentación para el trabajo en grupo que estamos preparando y me pareció que debía traerlo aquí para que fuera recordado.
Hoy, mientras leía el periódico como suelo hacer todas las mañanas en el tren leí la continuación de una noticia que había visto un par de semanas atrás.

Se trata del caso de Antonio Meño, por si no os suena, este hombre decidió someterse a una operación de estética en 1989, una rinoplastia concretamente y debido a un fallo en la anestesia su cerebro se quedó sin oxígeno y lleva en coma desde entonces. La mitad de su vida ausente.

En principio se dio una versión bastante diferente de la que se está estudiando ahora, lo achacaron a un fallo en los reflejos de la glotis y los juzgados fallaron a favor de la familia por negligencia teniendo que haber recibido una indemnización que no se hizo efectiva debido a los recursos presentados y finalmente además de tener a su hijo paralizado se les condenó a ellos a pagar los costes del juicio, por lo que se verían completamente endeudados.

Su madre lleva encima una larga lucha en busca de justicia para su hijo. De hecho, es probable que alguno de vosotros haya visto alguna vez una suerte de casita o chamizo lleno de pancartas en la plaza Jacinto Benavente. Llevan allí viviendo desde hace un año y medio y hoy se reabre su caso gracias a que hace algunos meses un doctor que habría estado presente en al operación (por aquel entonces en prácticas) se interesó por el caso y entregó una declaración firmada al abogado de la familia. Antonio ha estado presente en el juicio postrado en su camilla.
Se juegan volver a empezar el juicio desde cero o que una vez más les quiten la razón.


Lo cierto es que todo esto es como para pararse un buen rato y reflexionar: ¿de verdad era tan necesario? Es decir, vivimos en una vorágine donde prácticamente todo lo que importa es la imagen, estar todos guapos, sentirnos bien y que ello sea sinónimo de que todo te va a salir genial en la vida. Me da muchísima pena pensar que una persona que apenas estaba empezando su vida como este caso, con 21 años, en la universidad y con todo por delante haya tenido que ir así, siento verdaderos escalofríos.


2 comentarios:

  1. Sólo tienes que ver los casos de las chicas anoréxicas, dando un paso por sus blogs descubres que estas muchachas prefieren estar muertas antes que gordas... Muchas veces me planteo que al igual que hay tantas políticas agresivas en contra del tabaco, debería de haber también algo al respecto de la visión de la mujer y el hombre en (por lo menos) la publicidad. Hay muchas campañas sobre drogodependencia y sexualidad, pero ninguna con respecto al amor a uno mismo, y si analizamos este hecho descubriremos que afecta más en nuestra vida de lo que pensamos (y también provoca muertes aunque no lo parezca).
    Hica un trabajo sobre el tema, lo peor de todo es que no conseguí amor propio, tal vez por este hecho de ser la mujer 10 que nunca alcanzaré.

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  2. La sociedad está un poco -o un mucho- trastornada .... y sin duda, el caso Meño tiene esas locuras encubiertas y posmodernas .... por las que no sabes si sonreir o si llorar.

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