En el texto de Manuel Sacristán se nos acerca a la idea de lo que es una concepción del mundo, esto no es otra cosa que una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto sin que tenga que ser algo explícito (simpatías o antipatías por ciertas ideas, personas, las reacciones ante ciertas cosas, etc). Pero esos principios están explícitos en la cultura en la que vive, ya que esta contiene afirmaciones sobre la naturaleza del mund físico y de la vida, así como de la conducta.
Pero esto no quiere decir que a partir de ellas se pueda saber realmente qué concepción del mundo es la que opera de facto, puesto que en muchas ocasiones hay mucho más de ideología que de realidad.
Todo esto tiene mucho que ver con la filosofía, que se vio algo desplazada por las ciencias positivas y acabó saliéndose por la tangente con un repertorio de verdades superiores a la ciencia. La concepción del mundo quiere ser un saber, y conocimiento real tanto como las ciencias positivas, pero esto fracasa debido a que las ciencias positivas son intersubjetivas (esto es, que todas las personas adecuadamente preparadas lo entienden del mismo modo), son capaces de hacer posibles previsiones exactas aunque sea acosta de la tradición filosófica.
Pero las diferencias existentes no significan que no puedan convivir y apoyarse mutuamente, pueden completarse entre ellas.
Además de esto el autor habla de la concepción marxista del mundo, que lo que pretende es que esta sea explícita, lejos de idealizaciones, no considera sus elementos explícitos como un sistema superior al de las ciencias positivas, sino que se aboga por superarla a la vez que preservarla. Según Engels, sería un nivel de inspiracion del investigar al tiempo que se reflexiona.
Lo que se quiere es eliminar los factores irracionales en la explicacion del mundo, ya que este debe sostenerse sobre ciencias reales.
La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva, que elimina factores de complejidad y genera modelos más simples y homogéneos. Esto puede llevar a la pérdida de relevancia de los factores cualitativos. No obstante esto tiene cierto éxito ya que al reducir los fenómenos complejos se puede entrar en ellos de forma más exacta.
Sin embargo, con este tipo de abstracciones se pierde una parte de lo concreto, una parte decisiva para la individualización de los objetos, para la comprensión de su totalidad concreta. Es en este punto en el que interviene la dialéctica, que intenta recuperar lo concreto sin introducir más datos que los de la realidad objetiva.
Pero esto no quiere decir que a partir de ellas se pueda saber realmente qué concepción del mundo es la que opera de facto, puesto que en muchas ocasiones hay mucho más de ideología que de realidad.
Todo esto tiene mucho que ver con la filosofía, que se vio algo desplazada por las ciencias positivas y acabó saliéndose por la tangente con un repertorio de verdades superiores a la ciencia. La concepción del mundo quiere ser un saber, y conocimiento real tanto como las ciencias positivas, pero esto fracasa debido a que las ciencias positivas son intersubjetivas (esto es, que todas las personas adecuadamente preparadas lo entienden del mismo modo), son capaces de hacer posibles previsiones exactas aunque sea acosta de la tradición filosófica.
Pero las diferencias existentes no significan que no puedan convivir y apoyarse mutuamente, pueden completarse entre ellas.
Además de esto el autor habla de la concepción marxista del mundo, que lo que pretende es que esta sea explícita, lejos de idealizaciones, no considera sus elementos explícitos como un sistema superior al de las ciencias positivas, sino que se aboga por superarla a la vez que preservarla. Según Engels, sería un nivel de inspiracion del investigar al tiempo que se reflexiona.
Lo que se quiere es eliminar los factores irracionales en la explicacion del mundo, ya que este debe sostenerse sobre ciencias reales.
La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva, que elimina factores de complejidad y genera modelos más simples y homogéneos. Esto puede llevar a la pérdida de relevancia de los factores cualitativos. No obstante esto tiene cierto éxito ya que al reducir los fenómenos complejos se puede entrar en ellos de forma más exacta.
Sin embargo, con este tipo de abstracciones se pierde una parte de lo concreto, una parte decisiva para la individualización de los objetos, para la comprensión de su totalidad concreta. Es en este punto en el que interviene la dialéctica, que intenta recuperar lo concreto sin introducir más datos que los de la realidad objetiva.
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